

De la ilusión de 2006 a la indecencia de 2021
El día que el tinerfeñismo proclamó presidente a Miguel Concepción Cáceres, una ola de ilusión y la expectativa de una nueva etapa para el representativo se abrió de par en par tras las sombras, deudas y zozobra que dejaba su antecesor en el cargo.
Ante la perplejidad de quienes asistíamos a aquella histórica junta en el Recinto Ferial, un titubeante y nervioso Concepción apenas acertaba a leer las líneas que le habían escrito a toda prisa, entre bambalinas, en la asamblea que le aupaba a la presidencia después de que él mismo decidiese dar un paso al frente porque nadie lo hacía.
Todas las miradas apuntaban a Concepción como máximo accionista que era, y tras días mascullando la decisión de presentarse, finalmente no rehuyó la responsabilidad que le correspondía. Le buscaron un equipo de profesionales que entonces parecía una garantía de éxito (los mismos que hoy arrastran al club a la mediocridad y el anquilosamiento); y el investido presidente se propuso como primeros objetivos la estabilidad económica y los éxitos deportivos.
Que tres lustros después Concepción siga siendo presidente no es una buena noticia para nadie, si acaso sí para los que viven de su régimen vetusto y antediluviano. 15 años fueron demasiados incluso para el dirigente más brillante de esta casi centenaria institución, Javier Pérez. Y su empecinamiento -el de Concepción- por seguir aferrado al cargo no han sido sino lesivos y perniciosos para un club al que le pesa el desgaste de su primer espada.
Apenas unas pocas líneas de texto son insuficientes para hacer balance. Ponderemos su gran logro, que fue evitar una debacle total -con una deuda gigantesca- y luego reflotar la nave que él mismo había puesto proa a Segunda B, de donde salió el Tenerife tras dos años de cautiverio. En casi 5.500 días ha habido entrenadores, directores deportivos y jugadores de todos los colores, tallas, procedencias y estaturas; proyectos tan dispares como el de la apuesta por la canariedad y las repatriaciones (Quique Medina), los fichajes a mansalva (Serrano o Pedro Cordero), las remodelaciones totales, parciales y hasta las que apenas se notaron. Pero la incapacidad para ilusionar es desde hace algunas temporadas el mayor de todos los pecados de un presidente caducado.
A un club de fútbol no se le aplauden las cuentas de resultados, por cierto siempre dopadas por una desmesurada inyección de dinero público. Se le mide por victorias, goles y emociones. No los hay en un CD Tenerife además salpicado desde hace meses por escándalos inaceptables (hasta facturar los regalos y las visitas a hospitales) y la indignidad de estar dirigidos por un presidente condenado por estafa.
Hoy proclamará el CD Tenerife la conmemoración de aquel día de febrero del 2006 como si hubiera algo que celebrar. No lo hay. Si acaso sí la esperanza de que el concepcionato pronto se apague. Merecemos otro presidente, otro CD Tenerife, otro estilo y otro tiempo nuevo. El suyo ni es nuevo, ni es moderno ni es nada. Y se le está quedando demasiado largo.
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José Vidal González Díaz
Publicado el 15:09h, 16 febreroUsted tiene exactamente el club deportivo tenerife que merece, que aun con esa campaña tan agresiva en contra, sigue en pie, por supuesto no con su ayuda, si quiere otro tenerife trabaje para eso pero a favor, ya cansa un poco leerlo, utilice su talento para construir,
Luis Esteban Afonso Toledo
Publicado el 15:59h, 16 febreroSi señor fuera concepción y que venga un presidente con ilusión nueva y que sea ambiciosoi empezando por sabia nueva para ascender a primera mantener al equipo en primera y empezar a pensar en metas mayores pero sobre todo que no sea prepotente y lo mas importante honrrado que ya hace muchísimo tiempo que añoramos esa ambición y merecemos volver a pasear el nombre de Tenerife por Europa
Pr
Publicado el 00:31h, 24 febrero5 personas pusieron "sobresaliente" y otras 3 "notable" a la gestión de Concepción a la pregunta hecha por el Dorsal.
Así nos va con estos iluminados que votan semejantes disparates